Siempre venía, no había noche en que no entrara por la puerta del club con toda su banda a pedirme un par de tragos antes de su concierto de siempre.
Al final acabé enamorándome de él, siendo yo una simple camarera.
Ambos no se conocían, hasta que una tarde el entro a un cafeteria como un cliente normal, la vio a ella, una simple mesera la cual cubría sus ojos con unos lentes que guardaban su tristeza e impotencia.