Principio de un final

Desde que me mudé, no les dirijo palabra a mis padres. Al principio era para intentar demostrar que estaba enfadada, después se me olvidó que era algo temporal. No estaba exactamente enfadada. Intentaba aparentarlo. No sabía por qué. Instinto femenino, supongo. Mi rostro se muestra inexpresivo, aunque no lo hago aposta. Mis padres intentan entablar conversación conmigo pero sólo consiguen una encogida de hombros o, a veces, un monosílabo. Me preguntan qué me pasa, por qué estoy triste. Pero no es exactamente tristeza. Es... indiferencia.
Sueño que algún día mis padres comprendan que no me pasa nada, que nací así. Pero la verdad es que parece que soy yo la que no comprende que es sólo eso: un sueño.
Y es que su ignorancia me es indiferente pero su diferencia hace mi ignorancia.
Me alejo de todos porque creo que después de lo que ocurrió creo que es lo mejor. Sé lo duro que es para ellos que yo me comporte así pero ellos me vieron nacer y crecer y si todavía no han visto cómo soy en realidad no es mi problema. Por duro y borde que suene... No sé para quién es más difícil.
Mis padres se preocupan tanto por mí... ¿Será por ser hija única? ¿Por el pasado... no tan pasado? ¿O por cómo soy?
No soy la chica que desprecia la vida y se auto lesiona y no quiero serlo. Nadie quiere aceptar mi personalidad. Pero aunque no lo parezca, me da igual.