Vaya, qué emoción! Me aventuré en las profundidades de las cuevas cerca de mi pequeño pueblo con mi corazón lleno de entusiasmo y mis botas de explorador bien puestas. En medio de la oscuridad opresiva, mis manos temblorosas encontraron el esqueleto de un aventurero que no tuvo tanta suerte como yo. Mientras observaba el cadáver cubierto de polvo y musgo denotando su antigüedad, mis ojos se posaron en un libro azabache el cual se encontraba en sus manos, su lomo hecho de la piel rasposa de un animal misterioso y una portada simple con " Criaturas Quiméricas" en dorado y una cursiva difícil de leer en ella. Con una insaciable curiosidad, abrí el libro y...