Como era su costumbre, apareció para dejarme deshacerme en su regazo. No era la primera vez que me sostenía con fuerza mientras el mundo parecía caerme encima. Aquí estaba, aferrándome a él con la poca fuerza que me quedaba. Afuera, todo eran lagrimas y viento. La lluvia; mi dolor. Entre sus brazos, no me sentía abandonada, un poco menos desprotegida. Era como morir y nacer al mismo tiempo; Contradictorio. Como él, como yo, contradictorio.All Rights Reserved