Un verano para volvernos eternos

¿Quién no recuerda aquellos veranos donde lo único que nos preocupaba era que llegase septiembre? Días con sabor a crema solar, heridas en las rodillas que nunca nos impidieron seguir corriendo, desayunos que se volvían almuerzos y noches cubiertas por inmensos mantos de estrellas.

El verano de Alexia no es como ella esperaba y para nada entraba en sus planes pasar las vacaciones en el pueblo de sus abuelos con toda su familia. A la que ella adora, por cierto. Lo que Alex no sabe es que un perfecto plan improvisado es la mejor idea para conectar con aquello que creía perdido.

Hugo nunca ha salido del pueblo. De todo su grupo de amigos, él fue el único que no abandonó sus raíces. Y eso es algo que le persigue todos los días. Especialmente desde aquella noche. Sin embargo, Hugo todavía no es consciente de los misterios que guardan las enormes montañas y, especialmente, unos preciosos ojos marrones.

Ella es la hermana de su mejor amigo y él su primer amor de verano. Dos familias que han estado destinadas a unirse desde los tiempos de las brujas.