El corazón me dio un vuelco cuando mi mente volvió hasta él. Sonreí contra la almohada sin poder evitarlo. Christian, sin darse cuenta, me había hecho sentir la felicidad y la ilusión más feroz que había sentido en mi vida. Seguía teniendo tatuados en la mente los nervios que sentía cuando estaba cerca, maldita sea, recordaba mis manos temblando cuando me cruzaba con sus ojos grises, esos que tenían una mirada intensa e implacable.
Le decía a mi hermano que había pasado página con respecto a él, que lo tenía superado, pero a menudo seguía viéndole en mis sueños. Porque un amor así no podía olvidarse de un momento a otro... porque, en el fondo sabía que, probablemente, jamás sería capaz de olvidarlo.
Lo que no sabía en ese momento era que no sólo podría que dejar de preocuparme por pasar página o no, sino que además él iba a regresar a mi vida, pasando como un huracán que haría que nada volviera a ser como antes.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.