"¡No soy culpable!" Gritaba entre lágrimas mientras era amarrado con fuerza y rudeza a una cruz gigante de madera, siendo rodeado por toda la multitud proveniente del pueblo, algunos lo veían con rechazo, otros con temor y algunos más con confusión, pero había una persona en concreto que lo miraba con los ojos llenos de lágrimas y aura que desprendía tristeza, melancolía y sobre todo... dolor.