No lo podía creer. La situación le parecía tan irreal y morbosa que simplemente ninguno respiraba y ningún sonido se oía aparte de utensilios y pisadas lejanas. La mujer mayor y alta no podía procesar lo que sus ojos vieron, no lo podía creer por más que lo viera, esos jóvenes donde uno era su hijo, al cual protegía y alagaba su pureza, sencillez y moral. Pero ahora ya nada era igual y su hijo solo pudo pronunciar una palabra. - Hablemos - le dijo en un susurro tembloroso. Y ella le siguió para creer ciegamente en la excusa que su hijo le dará.
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