ALFRED PENNYWORTH DE WAYNE Y KENT

Iniciar una historia no es nada sencillo, jamas lo sera, las ideas y los pensamientos en ocasiones son confusos, dolorosos y un poco desesperantes, es complicado plasmar las imágenes que crecen en tu mente como árboles de roble, sin embargo una taza de Té y galletas son lo único que necesitas para poner en orden estas ideas, y comprender que toda historia tiene un inicio, aunque en ocasiones este no lo que realmente importa, el inicio no define una historia, lo que realmente la hace inigualable es el nudo de la misma. El nudo de mi historia comienza una tarde nublada en Inglaterra, de forma más específica en una sala de partos.

-Es un varón- celebraron los médicos en cuanto el pequeño llegó al mundo, debo admitir que fue un alivio, no solo conocería a mi primogénito, también era libre del insufrible dolor que me había atormentado las últimas doce horas- Felicidades señor Pennyworth, ha traído al mundo a un varón- esa tarde el linaje de los Wayne continua. Normalmente se espera que el Omega regrese a casa con su Alfa, pero tenemos un pequeño conflicto, yo no soy como el resto de los Omegas, tengo una responsabilidad con la corona de Inglaterra, y un bebé no evitará que cumpla con dichas responsabilidades. aunque para ser sinceros el no sabia del embarazo hasta llegar a cumplir con su trabajo hace unos meses atrás -Con cuidado señor Pennyworth, puede reabrir su herida- indico el medico al ver como este casi saltaba de la camilla para buscar al cachorro apenas vio a la enfermera regresar con él.