-Bueno, pero las vistas si son estupendas - dije mirándola de arriba a bajo, con una clara doble intención. -¿De verdad? - dijo con una sonrisa coqueta, al parecer si había notado la doble intención. -Si, las montañas aquí son preciosas - dije pasado por su lado para comenzar ha hacer el desayuno. -Hay personas muy afortunadas en el mundo - dijo Eliza y no entendí muy bien que quería decir. -¿Cómo quién? - dije levantando mi ceja. -Como los que viven en este pueblo, que pueden tener estas vistas todos los días - hizo una pequeña pausa mirándome fijamente hasta que se acerco y me susurro en el oído - o como tu marido. - dijo haciendo que me volviera a sonrojar otra vez.