Todo empezó con el nacimiento de mi sobrino, antes de eso yo estaba bien. Es decir, no excelente, pero razonablemente bien.
Pero entonces llegó él con sus ademanes de chico bueno, su carita de ángel, sus chupetas, sus sonrisas enigmáticas, sus ojos color miel y sus verdaderos misterios; y fue cuando el propósito cambió por completo su objetivo.
Yo sólo quería un bebé, ciertamente no necesitaba meterme en un gran embrollo para obtenerlo ¿verdad? Pero tenía que hacerlo al estilo de los Hassan, tenía que hacerlo complicado y volver la búsqueda del bebé un campo minado de malos entendidos.
Y por supuesto que tenía que involucrar en el proceso al hombre de las chupetas, porque... ¿qué hay de interesante en lo convencional? ¡Nada! E incluso lo convencional quizá termina por ser la respuesta adecuada... o no.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.