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En un mundo sumido en las penumbras y la oscuridad, la vida era una lucha constante contra una maldición ancestral que había caído sobre la tierra. Ninguna luz natural iluminaba los días, ni las estrellas ni la luna se dejaban ver en el cielo. El mundo entero estaba sumido en un perpetuo crepúsculo, donde la penumbra se aferraba a cada rincón y los habitantes habían olvidado cómo era la verdadera luz del día.

La maldición que había caído sobre este mundo misterioso había perdurado durante generaciones. Las leyendas hablaban de un tiempo en el que el sol brillaba, pero para la mayoría, eso era solo un mito. Las criaturas de la noche se habían convertido en los gobernantes de esta tierra sombría, y los humanos habían aprendido a adaptarse a su entorno oscuro. Sus ojos se habían vuelto sensibles a la mínima luz, y habían desarrollado una sociedad en la que la tecnología y la magia se combinaban para crear fuentes de luz artificiales que les permitieran sobrevivir.

La búsqueda de una solución a la maldición que los asolaba era una obsesión constante. Los sabios y hechiceros de la tierra estudiaban antiguos pergaminos y realizaban rituales en busca de una forma de romper el maleficio. Cada generación tenía la esperanza de ser la que finalmente devolviera la luz al mundo, pero hasta ahora, todos sus esfuerzos habían sido en vano.

Mientras tanto, la oscuridad seguía siendo una parte constante y ominosa de la vida cotidiana. Los habitantes del mundo de las sombras se habían adaptado a ella, pero no podía evitar sentir una profunda añoranza por la luz que había perdido. Y así, continuaban su búsqueda incansable de una cura para la maldición que había sumido a su mundo en la eterna penumbra.