Cuentan leyendas antiguas que una Sayren muy poderosa partió el corazón del agua en cinco piedras que encontró en lo más profundo del mar, e introdujo su enorme poder en ellas. Después, le otorgó un trozo a cada una de las guardianas más leales de sus respectivos océanos; el Pacífico, el Índico, el Ártico, el Antártico y el Atlántico. Los fragmentos del corazón se fueron perdiendo de generación en generación, uno por uno, hasta desaparecer. No son más que piedras por separado, pero juntas son lo único que puede recuperar el don perdido y así poder salvar la tierra de un mal que se desata desde lo profundo del caos y de la destrucción: de los humanos.