Es imposible ofrecer una descripción exacta de esta historia, lo siento.
Es que... no hay palabras que describan con exactitud lo que Sara vivió. Solo son palabras que han estado ahí por cien años, y durante ese tiempo, han pasado desapercibidas.
Sola, eso si se puede decir, así estuvo, y a nadie le importó. Sufrió, pero cuanto; apesar de eso, el universo aun estaba vacío, ansioso quedó de quitarle mucho más.
Es irónico, ¿cómo una persona tan buena puede cargar con el peso de una vida así? Y pensar que ella era tan débil, tan sentimental; y pensar, que a mi tampoco me importó en un principio lo que pasara con ella.
Estaba tan confundido, no sé si en el fondo me sentí algo culpable, y desesperado, como aquellas personas que solo le prestan atención a cosas inservibles, gente que ve con los ojos y no con el alma, por eso no pueden darse cuenta... que un corazón roto duele más que el hambre.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.