Y quizá solo éramos eso, dos almas rotas que buscaban compasión y acabaron encontrándose la una a la otra. Rompiéndose aún más. Pero yo te amé, cuando las razones para odiarte eran muchas. Y sigo perdida en aquella mirada, sigo buscando el lugar donde ya no escuché tu nombre, sigo tapandome los oídos para no escuchar tu adiós, sigo buscando como dejar de pensar en esos mensajes y sigo en el lugar en el cual te empecé a amar.
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