En un mundo individualista,
donde el yo es lo más importante,
la empatía se convierte en un lujo,
un don que pocos poseen.
Como una flor rara,
que crece en un desierto,
la empatía es difícil de encontrar,
y aún más difícil de cultivar.
Pero es en este mundo,
donde más se necesita,
para que podamos conectarnos,
y entendernos unos a otros.
La empatía es un puente,
que nos une,
y nos permite ver el mundo,
desde la perspectiva del otro.
Es una luz,
que ilumina la oscuridad,
y nos muestra el camino,
hacia una sociedad más justa y compasiva.