Creo en Usted.
Osea, creo con usted.
Construyo lo mío, con lo que encuentro por el suelo de aquello desarmado.
Partes mías que reconozco ajenas hoy, pero que me completan.
Más bien imprecisas para ese funcionar.
Hoy no puedo comprender la función del todo,
pues la parte adecuada esta ahí,
más quizás cumple otra función ya.
Asumo lo responsable del andar dando,
pestañeo y encuentro un hasta dónde,
bostezo y obtengo otro mundo.
Giro la atención y surge lo imprevisto.
Camino y llego.
Corro y entonces,
vuelo.
Abbie tiene un problema y la solución está en la puerta de al lado.
¡Ella no ha hecho nada malo! Sin embargo, su excompañera de hermandad la ha puesto en un aprieto en donde su futuro universitario pende de un hilo.
Con el tiempo corriendo, pánico y una mejor amiga experta en dar soluciones, Abbie explora las opciones, pero no tarda en darse cuenta de que Damiano, el frío jugador de hockey y su ceñudo compañero de piso, es la respuesta.