~ Seiscientas sesenta y seis razones por las que me enamoré de ti. ~
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén.
Oh, divino Señor, al igual que el ser humano sucumbió en el Edén, yo tampoco puedo resistir la tentación de codiciar a la mujer más deslumbrante que mis ojos han contemplado. Imploro tu intervención, oh Señor, para evitar caer en las garras del demonio y convertirme en un ser consumido por el deseo de poseer lo que no me corresponde.
¡Ayúdame a mantenerme alejado de este pecado, oh bondadoso Dios, o terminaré siendo un alma perdida en el abismo de la lujuria!
En épocas de desesperanza, el ser humano tiende a abrazar la religiosidad como una vía de redención y esperanza.
No obstante, me permitiré la osadía de redactar mi propia obra sagrada, cuya protagonista y figura suprema, a quien se debe rendir oración, es aquella de quien me he enamorado de manera prohibida: Julieta.
Amén.