Alec y Zelanda no tenían nada en común, él era introvertido, callado y para nada buen estudiante, ella era extrovertida, sociable y una excelente estudiante. Ninguno sabía de la existencia del otro hasta el tercer semestre de preparatoria dónde al coincidir en el mismo grupo fueron obligados a hacer un trabajo escolar juntos. A partir de esa extraña forma de conocerce ambos empezaron a sentir una fuerte amistad entre ellos que por desgracia o por fortuna se fue convirtiendo en algo más trayendo con eso problemas para la joven.