En las calles ajetreadas de Buenos Aires, tres soñadores, Hernan, Gastón y Juan, compartían una visión audaz: revolucionar el mundo fintech. Conocían el potencial de América Latina, pero también sus desafíos únicos. Juntos, fundaron Pomelo, una startup que se enfrentaría a escepticismo, competencia feroz y desafíos inesperados.