¿Qué pensarías si una noche despertáramos con algo que no nos pertenece? Algo que jamás fue tuyo, pero recordamos de algún lugar...
¿Qué tan peligroso es soñar? ¿Cuál es la diferencia entre estar dormido y estar despierto? Esa sería la primera pregunta, eso es lo que una noche se preguntó Lina sosteniendo una llave contra su pecho, tratando de sostenerse con uñas y dientes a la negación, recordando la primera vez que ocurrió o la primera vez que ella cree que ocurrió.
"Desperté ensangrentada, estaba arañada y mis pies dolían, el seguro de la puerta no estaba puesto ¿Lo quité yo? No puede ser... ¿Cómo? corrí por el pasillo a buscar a mamá, la vi sentada en el sofá, me miro con detención sin expresión alguna a excepción de sus ojos horrorizados, me invito a tomar asiento.
Vimos las cámaras de seguridad, allí estaba yo, a las 4 de la mañana parada sobre la cerca del antejardín mirando a la nada y me deje caer, luego me pongo de pie y camino hacia la casa con tranquilidad, como si no me hubiese hecho daño, pero lo hice, tenía la muñeca hecha añicos. Mi madre me miro a los ojos aun sin expresión o intentando ocultarla lo mejor que podía y dijo "Cariño colocaremos un seguro por fuera de la puerta del dormitorio también", sus ojos expresaban sencillo y puro rechazo, fui a mi cuarto y me acosté en la cama, tome mi muñeca con fuerza ¿En qué momento llegue allí?"