Érase una vez un hombre cuyo trabajo consistía en arrancar las cabezas de los condenados de sus hombros. La gente le llamaba el Dios de la Muerte. Mientras miraba sus propias manos, chorreando sangre de las innumerables vidas que había quitado, empezó a llorar. DIOS DE LA MUERTE- ¿Qué debería haber hecho de otra manera? ¿Podría haber sido más amable? ¿Podría haber evitado matar a alguien? No lo sé, no lo sé. No lo sé, no lo sé. No sé... No sé la respuesta, porque siempre he sido odiado. Espera... ¿Es por eso? Es por eso, ¿no? Soy el Dios de la Muerte que todos desprecian, así que ¿cómo podría saber algo? Seré... seré bueno. Haré todo lo posible para complacerte. Haré cualquier cosa, mientras no sea matar... Así que por favor... Ámame... PERSONALMENTE TENIA MUCHAS GANAS DE HACER ESTA RUTA, ME ENCANTA!!!!
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