Layla Torres se ha pasado toda su vida en busca de su alma gemela.
Desde el momento en el que nacemos, obtenemos una marca de alma gemela.
No siempre es la misma para todos.
En algunos casos, son las iniciales de tu alma gemela.
En otros, toda herida o cosa que pase en la piel de uno, también lo tendrá el otro.
Y en varios, era un tatuaje que simbolizaba la esencia de tu alma gemela.
Layla Torres ya tenido moretones, cicatrices, heridas que no le pertenecen desde que puede recordar.
Su alma gemela estaba por allí en algún lado, y aunque aún no la conocía, sentía un profundo amor por aquella persona.
Baxter Radic se despierta todos los días no diferentes dibujos en la piel.
Algunas veces, son estrellas al rededor de la muñeca.
Otras, flores en la plana de su mano.
Y, sus favoritas, corazones en las yemas de sus dedos.
Él sabe, que la persona que las dibuja es su alma gemela, intentando sentirse más cerca de él.
Pero Baxter no quiere conocerla, porque no quería decepcionar a alguien más.
Porque eso es lo que ha sido toda su vida.
Para sus padres.
Sus hermanas.
Para si mismo.
Una decepción.
Y no podría decepcionar a su alma gemela.
No a la persona que lo consuela con sus dibujos sin saberlo.
Que cuando siente su tristeza a través del vínculo, le dibuja caritas felices hasta que se siente mejor.
No a la persona, que literalmente dibuja estrellas sobre sus cicatrices.
Así que todas las mañanas se tapa los dibujos con base de maquillaje.
Creyendo, que jamás la conocería.
Pero sus planes cambian, cuando conoce a Layla Torres.
Y se da cuenta, que al final de ese hilo invisible que lo ataba con alguien más, estaba ella.
Siempre estaría ella.
Solo que no estaba seguro de no arruinar todo está vez.
De poder ser, la persona que ella se merecía.
De poder ser digno de su amor.