Himuro era o mejor dicho es un chico con cara de póker profesional que a sus 17 añitos ha recibo muchas cartas de confesiones de amor tanto de mujeres como de hombres, sin embargo a todas y a todos los rechaza por igual y es que al parecer esta enamorado, pero eso no es todo el problema, el problema es de quien esta enamorado. Debido a esto suele sumirse en su mundo de tristeza al pensar que jamás tendrá a esa persona, que jamás le podrá decir palabras de amor que quizás ni el mismo se creía capaz de decir, que jamás podría pasar horas con esa persona solo para mirar sus bellos ojos y perderse en ellos, pero lo mas lo sumía en su tristeza era culpa de su libido pues el pensar que nunca lo podría tener debajo suyo gimiendo su nombre a todo volumen mientras el se encargaba de callar sus gemidos con un beso húmedo, de esos en los que se comparten la saliva y el deseo del sexo, eso era la mecha que siempre se encargaba de bajarle el deseo de seguir adelante y para ello como siempre decidió salir a perderse un poco por las calles de la ciudad para buscar un lugar en donde votar sus penas y calmar su libido, lo que no se imaginaba es que encontraría a su persona amada rondando también por las calles. - Tsch ya voy media hora tratando de aclara mi mente y pensando en cosas sanas para calmar mi libido y no hay ningún resultado – pensó- mientras buscaba un lugar en que descansar encontró un parque lleno de flores y arboles aunque con muchas parejas, pero decidió no darle importancia después de todo estaba algo cansado, a lo lejos diviso una banca y se dirigió a esta, sin embargo cuando estaba a punto de sentarse escucho una voz peculiar que lo atrajo rápidamente. - ¿Himuro - kun? ¿Himuro-kun eres tú? – pregunto a la persona que tenia en frente sin saber si este lo escuchaba o no , pero al ver que volteaba para verlo sintió mucha alegría, ya que no tendría que alzar la voz para que volteara y es que a veces su falta de presencia era un severo problema.