El destino es impredecible e imposible de evitar, no importa los caminos que te presente, al final llegarás a ese punto.
Aaron y Alexandra jamás se conocieron ni cruzaron palabra antes de encontrarse en una fiesta que pintaba como una noche para divertirse, una noche que hace el destino hace se conozcan, pero que termina terriblemente mal a pesar de que la atracción es innegable aún sin siquiera intercambiar palabras, él la rechaza y más tarde un ataque en la playa hacia Alexandra marca la vida de ambos para siempre. Ella está convencida de que fue él su atacante y esto conlleva a que Aaron sea encarcelado, él no hizo nada y mueve todo para demostrar su inocencia, pero a pesar de lograrlo ve como su vida se desmorona frente a sus ojos, sus sueños y metas se hacen añicos, pero el caprichoso destino luego dos años hace que los caminos de ambos se crucen una vez más, él lleno de odio y resentimiento, mientras que ella está llena de culpa por lo que hizo. ¿Qué más tiene la vida preparada para ambos?
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.