-Cuídate- dijo el ingles en la puerta de la casa. -Tu también- Alfred tomó el rostro de su pareja entre sus manos y plantó un beso en sus labios. -Te amo- logró decir Arthur entre aquel beso que deseo fuera eterno. -Y yo a ti- dijo el americano tomando su boina y sus cosas emprendiendo la marcha sin saber que dejaba a su esposo esperando un bebé suyo.