Paloma nunca pensó que nueve años después su vida se desestabilizaría nuevamente. Confiada de que nunca lo volvería a ver, se permitía escribirle lo que sentía en un diario y defenderlo de su madre y hermana. Ella nunca pensó que el amor tocaría a su puerta de una forma tan silenciosa y prohibida. Se supone que nuestros padres nos preparan para los golpes de la vida, pero ¿Quién le iba a enseñar a Paloma si su padre estuvo ausente y su madre drogada? La vida la enseñó a andar sola a punta de dolores y golpes, responsabilidades y cigarros.
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