En las sombras de la eternidad, donde los destinos se entrelazan como hilos divinos, somos seres celestiales en un baile cósmico. Jamás pierdas la calma, pues cuando el abismo parece vencer, recuerda que llevamos la esencia de arcángeles, velados por la mortalidad humana. En el frío del desafío, renace la fortaleza, y como guardianes caídos, comprendemos nuestro origen celestial. Unidos por un destino trascendental, somos más que meros mortales; nuestro lazo es eterno, forjado en la luz que desafía las sombras más oscuras.