Nadie debería notarlo. Pensé que era visible el hecho de que no soy feliz y realmente no quiero vivir. Pero me esmero en colocarme la máscara de la alegría y demostrarles lo contrario, quiero evitar que sufran por mí y esa lástima innecesaria que creen que necesito, no soporto pensar siquiera la idea. La tristeza se ha convertido en mi compañía y mejor amiga a estas alturas, una profunda agonía que se apodera de mi cuerpo y parece destruirme un poco más cada segundo que pasa, despojándome las fuerzas para continuar y sobrellevar una vida en la que solamente he conocido el dolor eterno. No hay escapatoria y no quiero encontrarla, he caído en brazos de la ironía y finalmente me rendí. ¿Es tan difícil desaparecer?
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