En un lugar alejado, rodeado de idolos de marmol y cristal está BaekHyun, un estudiante de un de una escuela religiosa. Su fe se ve más inclinada en creer que él es el mesías y debería ser adorado como tal. Ve en cada hombre dispuesto a complacerlo un nuevo subdito. Eso pensaba al menos hasta que conoció al verdadero salvador, vestido de seda y traje, con anillos de oros en sus dedos y ojos tan negros como el granito, y en vez de asustarse por lo que vio, se regocijo.