Entre a su cuarto, dormía tan pesadamente, así como toda su presencia e imponente figura, su cuarto estaba muy frío, la chimenea no estaba prendida, y mis pasos hacían crujir la madera vieja de la casona. - James!, James! - toque su brazo y aun atravez de aquel grueso saco podían sentirse sus enormes y trabajados músculos, aquellos que tiempo atrás presionaban mi cuerpo contra el sofá, o la fría pared, atrapandonos en apasionados besos y un frenético vaivén de caderas.
3 parts