-¡Miller! -le llamó enfadada.
-Dime, princesa -contestó con una sonrisa divertida en el rostro.
-¡Dame mi libro! ¡Lo has sacado de mi taquilla!
-¿Te refieres a este? -Pasó su mano por detrás y sacó un libro. Ella se lanzó a cogerlo, pero no lo conseguió-. Espera, espera. Ahora es mi libro.
-¿Perdona? ¡Pero si me lo has robado! -exclamó nerviosa.
-Cualquiera podría haber abierto tu taquilla y tener ahora mismo tu libro. Este es mi libro. -Lo abrió y empezó a ojear las páginas.
-Derek, por favor -le suplicó extendiendo la mano hacia él-. Déjame terminarlo y te lo regalo.
Siguió pasando las páginas hasta llegar al final y lo guardó en su taquilla-. Ya está, terminado.
-¿Perdona? -preguntó desesperada-. ¡Devuélvemelo! ¡Necesito saber el final!
-Se besan.
-¡Pero no me lo digas! -Le pegó un puñetazo en el pecho-. ¡Serás idiota!
Y así es, señoras y señores, el arrogante, estúpido, orgulloso y pesado Derek Miller.
Segunda parte de Y entonces llegó Maverick.
No es necesario leer la primera parte, pero es recomendable.
Portada provisional.
Abbie tiene un problema y la solución está en la puerta de al lado.
¡Ella no ha hecho nada malo! Sin embargo, su excompañera de hermandad la ha puesto en un aprieto en donde su futuro universitario pende de un hilo.
Con el tiempo corriendo, pánico y una mejor amiga experta en dar soluciones, Abbie explora las opciones, pero no tarda en darse cuenta de que Damiano, el frío jugador de hockey y su ceñudo compañero de piso, es la respuesta.