Los inmortales son crueles, eso es lo que se les ha dicho a los mortales durante muchas generaciones. Hace años, los Inmortales habían gobernado el mundo, tratando a sus sirvientes mortales como nada más que esclavos, mascotas o comida. Que sólo pudieron arrebatarle el mundo a sus crueles amos porque una persona, una persona valiente, se levantó y congeló al Rey Inmortal: a la Muerte en piedra. Sin su Rey, los Inmortales huyeron, temiendo que con su miembro más fuerte desaparecido, nada podría impedir que los mortales les hicieran lo mismo. Pero había esperanza, antes de que la Muerte se congelara, la Vida, maldijo la sangre del hombre, que un día, uno de su propia sangre por voluntad liberaría a la Muerte, y los Inmortales... los Naga, tomarían su hogar de los mortales traidores. Prometeo, el mortal que congeló a la Muerte, huyó de la ciudad, jurando que él y su sangre nunca regresarían al castillo que la Muerte llamaba hogar... si tan solo alguien le dijera eso al Gato con Botas. Huérfano, Gato nunca supo de la maldición sobre su sangre... habiendo estado viviendo en una ciudad que desprecia no sólo a los animales que hablan sino también a los que dejaron fortuna, no sabía que ser un Naga es sólo un signo de inmortalidad. TRADUCIDO AUTOR: Flippythezilla https://archiveofourown.org/works/49356712/chapters/124551178