En el año 105 d.C., la reina Aemma Arryn se encontraba de parto. El rey Viserys, cegado por un sueño de dragón, había anunciado ante toda la Corte que por fin tendría un heredero varón. Sin embargo, las cosas no resultaron como el rey esperaba: un par de mellizos nacieron, un niño que murió a las pocas horas de nacer y una niña hermosa y enfermiza. La reina no resistió al parto, y murió a las horas, sosteniendo por última vez a sus últimos hijos. La princesa Rhaenyra, de 13 años, insistió en que el nombre de su hermana fuera Visenya, sin embargo, el rey Viserys se negó rotundamente, otorgándole el nombre Daena a su segunda hija, en honor una reconocida mujer de la Antigua Valyria. Al contrario de su hermana, la princesa Daena se mostró desde pequeña muy tímida y reservada, pero siempre muy cercana y leal a la princesa heredera, y sobretodo a su sobrino mayor, el joven príncipe Jacaerys. Los dos jóvenes forjaron un lazo profundo que traería más de algún problema a la familia real y al reclamo de Rhaenyra al Trono de Hierro.