El rumbo de una historia puede verse completamente alterada a causa de un capricho del destino, pues nadie tiene un final preestablecido. 𝑳𝒊𝒕𝒐𝒔𝒕... La primera vez que cruzó miradas con Sanzu fue fugaz, pero lo suficiente como para intimidarla y hacerla temblar en el pasillo del supermercado. Fue un evento casual que en un primer momento dejó pasar, sin embargo, desconocía que esos ojos dejarían una cicatriz imborrable en su alma. Era como si el universo entero se burlara en su cara por su absurda inocencia. Tan bello como mortal; tan caótico y repulsivo... Eso era Sanzu, el maldito perro rabioso que se había encaprichado hasta llegar a un punto inhumano. Una posesión, un mero entretenimiento a disposición sin hora marcada o un descanso merecido. Sin posibilidad de huida. Siendo consciente de su posición... Sólo deseaba perderse en el rincón de su mente. 𝐀𝐝𝐯𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚: 𝑆𝑒 𝑡𝑜𝑐𝑎𝑟𝑎́𝑛 𝑡𝑒𝑚𝑎𝑠 𝑠𝑒𝑛𝑠𝑖𝑏𝑙𝑒𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑙𝑎 𝑣𝑖𝑜𝑙𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛, 𝑎𝑏𝑢𝑠𝑜 𝑝𝑠𝑖𝑐𝑜𝑙𝑜́𝑔𝑖𝑐𝑜, 𝑠𝑒𝑐𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜 𝑦 𝑒𝑙 𝑢𝑠𝑜 𝑑𝑒 𝑑𝑟𝑜𝑔𝑎𝑠.