Jacob y Edward se encontraron en un cruce de caminos entre lo inesperado y lo inevitable. No hay grandes gestos ni declaraciones dramáticas de amor, solo una conexión que desafiaba lo convencional. Se amaban porque encajaban, porque desafiaban las expectativas y porque, en un mundo muy complicado, encontraron simplicidad y apoyo el uno en el otro. Estar juntos es simplemente la elección lógica en un juego de vida donde las piezas encajan de manera inusual, pero perfecta porque, les gustase o no, eran almas gemelas.