Hay cosas que por vergüenza siquiera nos son imposibles de explicar. Rebajarse tanto por tan poco, había sido su pecado. Pecado que su sangre cargaría por la eternidad. Tiempos duros habían dejado todo hecho añicos y vivir era lo único que les importaba ahora. Vivir para contar otro día sin desfallecer en las calles de una hambrienta ciudad. Momentos en los que nadie sabe si el día siguiente será parte de la tan soñada esperanza, pícara,.burlesca y cruelmente mancillada