La última vez que hubo un príncipe omega en la historia familiar monárquica, fue hace más de 500 años con resultados devastadores. Henry nació omega y la Reina ha movido y pagado lo impensable para mantener la condición vergonzosa de su nieto bien oculto, pero ella sabe que eventualmente Henry tendrá que casarse y procrear. Henry es bien conciente de lo que significa ser un omega en la realeza y siempre lo ha detestado, deseando no haber nacido así y luchando a su manera contra ello. Su mundo ya frágil se tambalea y su opinión sobre él mismo es replanteada cuando conoce al hijo alfa de la presidenta de Estados Unidos: Alex Claremont-Díaz.