Había pasado un mes desde que Chung Myung dejó la Secta del Monte Hua en una misteriosa expedición con sólo una carta como aviso. El líder de la Secta Chung Mun observó el sobre arrugado sobre la mesa frente a él, la caligrafía torcida con manchas de tinta aquí y allá dejaba una explicación vaga en el mejor de los casos. Lo más preocupante era que no había recibido noticia alguna de sus travesuras. Entonces Chung Myung llega, con cinco niños pisandole los talones.