Una decisión lo puede cambiar todo.
Todo cambió el día en el que los vampiros se alzaron como soberanos de nuestro reino.
Los humanos se vieron envueltos en una guerra que no era suya, una guerra en la que elfos, demonios, vampiros, sirenas y demás criaturas fantásticas lucharon hasta que solo hubo una raza ganadora: los vampiros.
Al ser la raza más débil pese a las armas, los humanos tuvieron que sobrevivir como mejor pudieron: escondiéndose o huyendo del territorio hacia el norte, donde los dragones y el frío reinaban.
Todos sabíamos que el reino sería un caos en el momento en que los vampiros se alzaron victoriosos, pero jamás pudimos imaginar cuán horrible terminaría siendo la situación para los humanos.
Los vampiros cerraron la frontera del Gran Continente, nadie podía entrar o salir, ya fuera elfo, hombre lobo, demonio o cualquier otra raza fae. Solo los vampiros podían entrar y salir del territorio, y todo con un único propósito: demostrar su superioridad y soberanía.
Mi familia no pudo huir cuando comenzó la Guerra Mágica, no disponían de los recursos para ello, así que simplemente les tocó sobrevivir como pudieron.
Han pasado casi quinientos años desde que terminó la Guerra Mágica, casi quinientos años en los que los vampiros se han mantenido al mando de todo, y casi quinientos años en los que los humanos no hemos sido nada más que esclavos y comida.
La oscuridad acecha en todas partes. En cada esquina, cada grieta, incluso en los lugares más iluminados del mundo. Este caso no es la excepción. Los vampiros son la representación de la oscuridad, caminan entre los vivos esperando nunca tener que alimentarse de ellos, pues en los reinos de los humanos y criaturas mortales, existe la paz con los vampiros. El único problema: una noche al año, estos vuelven a su fase oscura.
Esa noche marca el inicio de un estado tan primitivo que ni ellos mismos son capaces de controlarlo. El salvajismo y la sed de sangre son los principales protagonistas. La parte viva muere para dar paso a las bestias que llevan dentro desde siglos atrás.
Los humanos conocen su condición, por eso hay reglas y leyes que rigen este mundo de seres inmortales y mortales. Los vampiros son confinados en sus propias tierras durante la fase oscura, mientras las demás especies permanecen en la seguridad de sus reinos. Eran las leyes de la vida... leyes que Lyara no sabía respetar.
Aun cuando fue advertida toda su vida sobre no salir la noche de la transformación, hace caso omiso de esas advertencias. Confiando en que los vampiros no pueden ser tan primitivos como lo cuentan las historias, pues nunca tuvo oportunidad de ver a un vampiro salvaje. No hasta esa noche, cuando salió de las puertas del reino, guiada por su fuerte obstinación y su deseo de ver eso que tanto exageran los cuentos.
Ella deseará nunca haber dado siquiera un paso fuera de su cama. Pues esa noche se encontrará esos horrores que había deseado tanto comprobar. Un vampiro en fase oscura. Y no cualquier vampiro, el antiguo Guerrero Vampiro. Drakoth Varinor.
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