En un área de Cambridge, se encuentra Adriana la cual es agente de la CEDEF. Ella es un día soleado y luego está él, él es una noche lluviosa. Pero, ¿quién no podría enamorarse de dicho hombre el cual parece tallado por los mismos dioses? Una mirada segura la cual te hace pensar en los mejores deseos y pecados, unos ojos azules tan profundos como el mar, una mirada de él podría matarte en menos de 2 segundos. Por otro lado, está la mirada con ojos color miel tan pura que muestran inocencia, ¿su mirada dirá la verdad sobre ella? La respuesta es no rotundo, aquellos ojos inolvidables pueden ser tus peores pesadillas.
Luego de tres largos años trabajando con él, es encargada a una misión muy importante, lo único que ella no sabía es que él iba a estar ahí. Ella trata de ignorar sus pensamientos, solo está enfocada en cumplir los objetivos de dicha misión, si logran completarla sin ser descubiertos estarían a un paso delante de la Mafia, pero, el empieza a verla con otros ojos, de una manera que ya no es con odio. Aunque ella solo busque atrapar a la mafia para que deje de ser su tormento, él quiere venganza por la muerte de su madre, ambos tienen poder y pueden tener el mundo a sus pies, ¿por qué no se aprovechan de eso? Sencillo, antes de obtener poder quieren asegurarse de ver a Thomas Maggi y a Emily Maggi tras las rejas, no se les hará fácil, habrá obstáculos los cuales podrían llevarlos a su peor infierno...
¿Dicho encargo cambiará sus sentimientos por el otro?
¿Serán capaces acabar con la mafia?
¿Quiénes serán sus obstáculos para evitar la captura de la mafia?
¿Podrá Michael vengar a su madre?
¿Qué pasará entre Michael y Adriana?
ADVERTENCIAS
Este libro contiene escenas +18, lenguaje explícito, drogas, abuso sexual, acoso, problemas familiares, muertes y torturas. Se recomienda leer con discreción
Sus almas se hallaron en el mismo océano de sangre, aunque en diferentes momentos del tiempo. Lo que empezó como una amenaza vacía por parte de Alexander, se volvió una promesa para su monstruito -para Leah- en el instante en que sus miradas colisionaron en una espiral de llamas.
Él es el filo. Ella, la herida que no dejará de sangrar hasta que la cabeza de su verdugo acabe lejos de su cuello... y hundida entre sus muslos.
Su aroma favorito: la sangre del otro.
Su obsesión: arrancar carne, lamer las grietas, desgarrarse hasta quedar reducidos a un puñado de huesos rotos y cenizas calientes.
El sonido que más los excita: un grito seco, un gemido entrecortado, el temblor gutural de quien no sabe si está muriendo... o rogando por más.
Pero eso no es lo peor. Lo genuinamente devastador llegará cuando se cansen de distorsionar el odio y, por fin, vuelvan a lo que realmente son:
dos monstruos condenados a saborear su propia destrucción.
Hasta entonces, su castigo será escarbar bajo la piel del otro, hundirse una vez más en ese abismo carmesí donde sus almas empezaron a clavarse dagas en el corazón y cristales en los ojos.
Y cuando todo termine, no será por el destino.
Será porque, incluso en la oscuridad, cumplieron cada promesa susurrada entre jadeos y declaraciones de odio.