En la comunidad de Suwon no era usual que acontecieran cosas fuera de lo común. Todo tan gratamente monótono que no era de esperarse que alguien de la ciudad llegara a asentarse precisamente a una región tan pequeña.
Conocer a Sunghoon fue una montaña rusa de emociones desbocadas.
Sunghoon había llegado desde la ciudad a hacer un caos del inocente Sunoo, quien todo le perdona y le cree porque así piensa que son las relaciones.
Certeza, estabilidad, amor.
Todo eso, el mayor se lo arrebató, y a su partida, Sunoo tuvo que aprender a lidiar con ello.
El problema es que ahora, años después, Sunghoon siente algo marchito dentro de él y se da cuenta de que tiene que arreglar las cuentas pendientes que dejó en el pasado para poder vivir en paz su presente.
Aun sabiendo que todo había sido completamente su culpa.