Ana siempre había sentido que su reflejo escondía algo más que su propia imagen. Cada vez que se movía, su lado izquierdo parecía seguir una melodía diferente, una que solo ella podía oír. En el mundo de Ivoria, donde la danza era la clave del poder y el conocimiento, ser zurda era una rareza que algunos consideraban un presagio de un gran destino.All Rights Reserved