Hace algunas eras, en el reino celestial del Olimpo, las ninfas, directas descendientes del poderoso Zeus, vivían en constante vigilia junto a Helios, el dios del sol. Como testigos de cada acontecimiento en el Olimpo, observaban las disputas y rivalidades entre los dioses, temerosas de que la creciente tensión desencadenara una guerra catastrófica. Ante la inminente amenaza, doce ninfas fueron seleccionadas por los dioses para protegerlos, confiando en ellas el destino de su reino. Durante un siglo, estas ninfas desempeñaran su sagrado deber, vigilando los destinos de los dioses y resguardándolos de cualquier peligro, tanto interno como externo.