En cuanto sus pies tocaron el suelo, Aegon empezó a correr como alma que lleva el diablo a través del bosque y con cada paso que daba se sorprendía de que aún se acordara del camino. A decir verdad, todo se veía menos aterrador de día pues la luz siempre brindaba ese sentimiento de seguridad que te permitía estar en un lugar extraño e ir pensando en tus propias cosas, sin embargo, esa sensación a veces no era más que una terrible mentira. Aegon no se detuvo al divisar la vieja cabaña, no, se acercó y sin miramientos abrió la puerta de un movimiento brusco, la bruja estaba ahí adentro y podría jurar que no se había movido desde aquella noche que la conoció pues estaba sentada tal cual la había dejado, sin embargo, en la mesa frente a ella había una sola copa de vino y no dos como esa noche, lo había estado esperando. La vieja bruja le sonrío burlona y de un movimiento de su mano lo invito a sentarse, esa simple acción armo de valor y coraje al príncipe pues se rehusaba a aceptar que todo acabara así, él no podía, no cuando llevaba años deseando conocer las ciudades libres, vivir la vida y dejarse llevar por los placeres de esta...un Rey no podía hacer eso. No, él no quería sentarse en esa jodida silla y mucho menos terminar de una manera tan patética. Él nació para ser libre no para ser Rey. - ¿Cómo lo cambio? - le preguntó de repente a la bruja. Esta le sonrió más ampliamente enseñándole los dientes. ------------------------------------------------------------------------------ Las imágenes utilizadas no me pertenecen, todos los derechos le pertenecen a sus creadores.