El compromiso con su trabajo la convirtió en una de las autoras más populares, pero no estaba exenta de momentos de estrés.
Ella solía escribir sobre amor, pero en su interior lo sabía, ese sentimiento a veces le eludía como si fuera un fantasma que no podía tocar. Escribía de amor, pero nunca antes lo había sentido de verdad, así que escribía de lo que soñaba sentir, y a veces, en momentos de debilidad lo que escribía la hacía sentir algo, pero el sentimiento no era real.
Era simplemente imaginación.
Ella pensaba que su mundo estaba estático, pero todo su universo cambió el día que apareció Ryan en su vida.
Un hombre que la hizo ver las cosas desde otra perspectiva, un hombre que la ayudó a encontrar la inspiración que necesitaba, un hombre que le dio la fuerza que tanto anhelaba para seguir escribiendo y compartiendo sus historias con el mundo.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.