En el corazón de una bulliciosa metrópolis, Foxie McCloud, un joven estudiante de arte urbano, caminaba por las calles con su cámara al hombro. Era un día soleado y cálido, y la ciudad estaba llena de vida. Fox disfrutaba de la energía que lo rodeaba, y se sentía inspirado por la belleza de los edificios, las calles y las personas. De repente, vio a un chico que lo dejó sin aliento. Era más alto que él y de complexión atlética, con el pelaje grisáceo y los ojos rojos como los rubíes. Vestía unos vaqueros rotos y una camiseta de rock, y tenía una expresión animada en el rostro. Fox se dio cuenta de que estaba mirando a Wolfer O'Donnell , un recién llegado a la ciudad que había llamado la atención de todos por su forma fuerte de ser y su pasión por la música. Wolf y Fox cruzaron miradas, y Fox sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Había algo en Wolf que lo atraía de forma inexplicable. Se quedó mirándolo fijamente, y Wolf le sonrió con complicidad.