Nanami Kento apagó el ordenador de su oficina cuando pasaban las diez de la noche. Había entrado a las nueve de la mañana y ya no podía más. Se dirigió a la parada de taxi a por uno cuando, sacando la cartera, descubrió una tarjeta oscura. Y una idea surcó su mente. A pesar del agotamiento, no se iría a casa. Antes tenía que hacer una visita.