Ocho años después, de nuevo en esa casa, rodeada de la enorme y ruidosa familia de su mejor amiga.
En Navidad. ¿Habría una época más insoportable en el año?
Y para encima, ella. Ahí estaba, la Navidad hecha persona, cantando, llevando jerséis de luces, haciendo bizcochos y siendo insoportablemente simpática y alegre.
Y tremendamente guapa.
Laura ADORA la Navidad. Laura adora todo, en general. La encanta la idea de estar con muchísima gente, pensar en los regalos, ir a fiestas, poner adornos, hacer planes con sus primos, comer... No hay nada que le guste más que el barullo, la música y el bullicio en las calles de la ciudad, cuando todo el mundo vuelve a casa por Navidad.
Ese año no esperaba menos que del resto de navidades, pero no tenía ni idea de que, ocho años después, el amor de su adolescencia volvía a casa como El Almendro. Probablemente era la única persona a la que odiaba de verdad. Bueno, no, no la odiaba, pero era imbécil.
Aparentemente, son como el agua y el aceite. La noche y el día. No se soportan, ni siquiera se saludan. Pero esta Navidad, muchos años después, se darán cuenta de que tal vez no son tan incompatibles.
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca.
-¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen.
-Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a este lugar! ¡Tú no eres una humana normal! -grita un guardia sin dejar de perseguirme...
-¡No! Yo pertenezco a mi ciudad, con mis padres... -cuando estoy por llegar a la salida veo a dos chicos.
Practicando con espadas...
-¡Sky! ¡Atrápala! -grita Rick...
Uno de los chicos desvía su mirada y nuestros ojos se conectan
Sus ojos dorados me miran fijamente...
Revolotea despreocupado su cabello rubio, pero luego...
Se da cuenta de lo que sucede y me apunta con su espada
Yo me detengo inmediatamente...