Como si fuera un designio del Diablo, un porcentaje de varones quebrantó el paradigma de la maternidad. «¡Aberraciones!», los llamaron y se hicieron cargo de que todo «portador» permaneciera oculto y avergonzado de su naturaleza. Siglos de sangre pasaron antes de ser reconocidos y protegidos por la ley. ¿El odio, el miedo y la ignorancia? Esa es una batalla que está lejos de acabar.
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